martes, 15 de octubre de 2013

IVÁN SALGADO: CARLSEN PUEDE DESTROZAR A ANAND SIN PIEDAD

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A los 22 años, Ivan Salgado no sólo es una de las pocas personas más inteligentes que su móvil. El último campeón de España de ajedrez fue el gran maestro más joven nacido en España, con una precocidad que ni Arturito Pomar. El jugador de Orense habla en esta extensa conversación de su carrera y del próximo duelo por el título entre Magnus Carlsen y Vishy Anand, a quien concede pocas posibilidades de mantener la corona. La entrevista es una versión extendidísima de la publicada en ABC y en ABC.es la semana pasada.

El carácter de este muchacho de Orense parece forjado con hambre de posguerra. A su entusiasmo por la cultura del trabajo suma un optimismo a prueba de preguntas capciosas. A Iván Salgado es imposible arrancarle un comentario negativo, una queja, un vulgar lamento por la falta de oportunidades que ahora mismo tiene un crack de su nivel en España: gran maestro desde los 16, segundo del mundo sub 18, campeón iberoamericano en 2012 y, desde hace unas semanas, campeón de España. Con la misma facilidad que encuentra la combinación ganadora halla el lado bueno de las cosas.

Después del Torneo de Faros en Costa da Morte, con vistas al fin del mundo (sus resultados no le habrán dejado satisfecho), se marchará a Bulgaria unos meses ―«pruebo, y si pasa cualquier cosa, me vuelvo»― para subir junto a su tocayo Cheparinov la empinada ascensión hasta la cumbre. Iván e Ivan esperan apurar sesiones de hasta diez horas para disputar el Olimpo a los dioses antes de cumplir los treinta. El gallego no tiene una mala palabra ni contra los que, está seguro, alguna vez le hicieron trampas, un mal de nuestra tecnificada época. Si se le dice que los futbolistas son millonarios con menos esfuerzo, él recuerda que muchos deportistas olímpicos están peor en cuanto acaban los Juegos. De uno de sus ídolos, Rafa Nadal, aprendió en el libro de John Carlin que la clave es «aguantar y aguantar, y cuando estás mal, seguir trabajando». Con toda la humildad que le permite su voz suave y ronca, como la de un joven Corleone, renuncia a ponerse límites: «Eso no ayuda, ¿verdad?».

Antes del campeonato absoluto de España, se jugaba el de rápidas. Salgado llevaba dos meses y medio sin practicar ―la falta de oportunidades― y se lo tomó como «una puesta a punto». «No me fue bien, pero vi cosas buenas en mi juego y otras que tenía que ajustar. Entonces hablé con mi entrenador (Jesús de la Villa) y vi lo que tenía que tratar. Se fueron corrigiendo, poco a poco.

―¿Da tiempo a rectificar el juego en un torneo?

―Sí, porque yo sé cómo puedo dar mi mejor nivel, lo que hace falta, pero a veces cuesta ajustar ciertas cosillas. Yo me di cuenta, pero no fui capaz de ajustarlas del todo hasta la quinta ronda. Hice tres de cuatro en las cuatro primeras, jugando a un nivel razonable, pero cometiendo errores. A partir de ahí, las cinco siguientes jugué al mejor nivel que he llegado nunca, o casi, y eso me permitió ganar el torneo, sin demasiadas dificultades incluso.

Iván, a los 16 años se convirtió en el gran maestro mas joven que había tenido nunca España. Foto: El Correo
Iván se convirtió a los 16 años en el gran maestro mas joven que había tenido nunca España. Foto: El Correo

―¿Cómo fueron los años de crecimiento, desde los 16?

―Mi progresión fue exponencial hasta entonces. Llegué a 2.550 y a los 18, cerca de 2.600. En esa parte iba más o menos cómodo, pero luego vino lo complicado, desde los 18. Lo máximo que llegué fue a 2.650 virtuales, cien puntos más. Claro, tú ya tienes un estilo montado y tienes que cambiar pequeños detalles que te hagan progresar, pero no es tan fácil.

―¿Necesitas a alguien en ese momento?

―Es la única forma. Necesitas a alguien que sea verdaderamente objetivo, que te diga «tienes que mejorar en esto y meter cien horas», por ejemplo.

―¿Necesariamente tiene que ser mejor que tú?

―No, tiene que saber mucho de ajedrez y ver un error y tener el coraje suficiente para señalártelo y decirte lo que tienes que entrenar, aunque no te guste.

―Uno solo también puede ver los errores, estudiando las partidas.

―Los ves, pero si estás solo puedes decir: bueno, no será tan importante. Pero si tienes a una persona que te dice lo que haces mal y en qué tienes que trabajar o tus resultados se verán mermados…

—¿Con quién has trabajado?

―Con varias personas a lo largo de los últimos años. Estuve con Marc Narciso durante un año. Hicimos muy buen trabajo, pero luego él quería hacer otro tipo de cosas. También con Herminio Herráiz, Elizbar Ubilava, que fue entrenador de Anand. Y ahora estoy con Jesús de la Villa, que fue mi entrenador durante muchos años. He vuelto a trabajar con él porque ya no tenía tantas clases y vi la posibilidad.

―Trabajar en equipo también ayuda, no sólo con un entrenador.

―Me he dado cuenta de que cuando trabajas con otro mejoras muchísimo más rápido. Es como si trabajaras el doble, por lo menos. Te da otra perspectiva, estás más activo, el contacto humano hace mucho.

―¿Cuántas horas dedicas al ajedrez?

―Depende del periodo. En sesión de entrenamiento, entre seis y diez. Algún día no te apetecerá tanto, pero esas horas te las tienes que pegar. Pero no sólo porque tengas que hacerlo sino porque una vez que entras, quieres, estás motivado y ya no puedes parar.

―Si luego no llegan los resultados…

―Pasa muy a menudo, de hecho.

―¿Es frustrante?

―Claro. El problema del ajedrez es que no ves los resultados hasta que pasa una temporada. Lo único que puedes hacer es trabajar, trabajar, trabajar y no preocuparte por los resultados. Tienes que saber que estás mejorando y que en algún momento saldrán por su propio peso. Pero tienes que olvidarte de eso. Si no, te vuelves loco.

―En España muchos jugadores se estancan en 2.500 puntos o poco más.

―Simplemente no somos los suficientes para que esa gente mejore. Tú llegas a ese nivel y puedes jugar los torneos abiertos que hay aquí y contra gente de ese nivel o inferior todo el tiempo. Si vemos la progresión de Carlsen, cuando tenía 2.578, un Elo que en España han alcanzado varios jugadores, ese mismo año la media de sus rivales era de 2.625. Yo miré mi media de rivales y era de 2.450. Imagínate otros jugadores algo más flojos que yo. Para mejorar necesitas práctica contra los mejores. Si no la tienes, es muy difícil seguir subiendo.

―¿Cómo se entra en ese circuito?

―Primero, te tienen que apoyar desde tu propio país. Si no tienes torneos a los que te inviten contra gente fuerte, es muy complicado. Ese es el gran problema.

―¿Eso te lleva a emigrar?

―Lo que me mueve es trabajar seriamente en ajedrez con alguien que sea muy bueno. Ya he trabajado antes con gente buena de forma esporádica, pero quiero hacerlo de forma constante. Hacer de eso un medio de vida. Que cada día sirva para mejorar. Quiero ver hasta dónde puedo llegar y si me apasiona, porque cuando lo he hecho me ha encantado y quiero probarlo.

―¿Por qué Bulgaria y Cheparinov?

―Nos llevamos bien desde hace tiempo y ya me había propuesto hace tiempo trabajar juntos una época. Entrenamos diez días juntos y nos encantó, salimos muy en forma. Los dos tenemos un objetivo, que es llegar a un nivel muy alto, y vamos a ayudarnos todo lo posible para conseguirlo. Cuando me propuso ir a vivir a Bulgaria un tiempo me quedé dudando pero luego lo pensé y lo que más me interesa ahora es mejorar mi ajedrez.

No sólo de ajedrez vive el gran maestro. Foto: Facebook de Iván Salgado
No sólo de ajedrez vive el gran maestro. Foto: Facebook de Iván Salgado

―¿En algún momento has dudado de tu propio talento?

―Nunca, porque no soy un gran defensor del talento. He visto a los mejores del mundo y he visto que tienen talento, sí, pero nunca he visto a una persona de la que dijera: tiene un talento brutal.

―¿Ni siquiera Carlsen?

―Ni siquiera. Es muy bueno, pero ha estado muy trabajado y ha pensado muy bien cada paso. Todos los que han llegado arriba han trabajado muchísimo. Yo no creo demasiado en eso. Necesitas un mínimo de talento, pero al final son las horas de trabajo las que marcan la diferencia. No estoy preocupado por eso.

―¿Cualquiera que empiece pronto a jugar en serio puede llegar?

―Hay un mínimo, pero una vez que lo tienes… En mi caso, había muchos chicos que hasta los 16 o 17 tenían un nivel similar. Lo que marcó la diferencia es que yo me puse seis o siete horas diarias de trabajo y ellos cero. Esa es la diferencia, el trabajo.

―Del talento de Paco Vallejo si te he oído hablar maravillas.

―He entrenado con mucha gente y, la verdad, las cosa que veía Paco, la forma de verlo, posiciones muy difíciles de entender, es tremendo. Paco es uno de los mejores del mundo, sin ninguna duda. Hasta Kasparov lo temía en un tipo de posiciones. Pero el ajedrez es muy complejo y no sólo hay un tipo de posiciones. Hay que trabajar muchas áreas para al final ser un gran jugador.

―¿Crees que volverá a la élite?

―Ahora mismo se dedica más a otras cosas, está más tranquilo, no quiere hacer un esfuerzo grande en ajedrez. Seguirá siendo un jugador muy fuerte aunque no lo haga, porque ya hizo un trabajo previo.

―No es sólo talento, como dicen algunos.

―Ha trabajado mucho, desde pequeñito. De los 12 a los 18 trabajó muchísimo. Sin duda. Entrenar duro depende de la motivación.

―¿Te preocupa perderla?

―Si llega, ya llegará, pero ahora mismo me apetece trabajar mucho.

―También está el peligro de pasarse de rosca.

―Si me paso, pues descanso unos días y vuelvo otra vez. Me apasiona esto, me apasiona trabajar.

―¿Qué estudias más?

―De todo. No dejo nada. Depende. Cuando se acerca la época de torneos realizas más un trabajo de cálculo de variantes para que tu cabeza funcione a tope. Para no colgarte cosas. En otras épocas estudio aperturas para estar bien preparado. Es como la periodización que hay en deportes como el tenis.

―¿Cuándo tocan los finales?

―Es un trabajo que sobre todo haces cuando no estás en época de torneo, pero es importantísimo.

―¿Cuál es tu punto fuerte?

―Yo soy un jugador bastante versátil, pero mi fuerte son las posiciones complicadas y los finales. Saco muchos puntos ahí en los últimos años.

―Además de talento y trabajo, la fuerza mental es importante.

―Este año, de hecho, leí uno de los mejores libros de mi vida, la biografía de Nadal. Es un estímulo brutal conocer la vida de ese deportista. Lo que me encanta es lo del aguante. Por primera vez en mi vida lo sentí en este torneo. Hay momentos en que tu rival está jugando increíble, da igual lo que hagas porque te está machacando. Lo único que puedes hacer es aguantar y aguantar y esperar tu oportunidad. La mayoría de las personas nos desanimamos y pensamos que ya está todo perdido. Pero esa mentalidad me ha venido muy bien. Después de la segunda ronda del campeonato de División de Honor, me di cuenta de que mi cabeza no funcionaba igual que en el campeonato absoluto, estaba muy cansado y tenía agotamiento mental. Sabía que no estaba al máximo nivel. Pero sabía que tenía que aguantar y tratar de mantener mi Elo, al menos, aunque no fuera un gran torneo. El último día tuve una gastroenteritis, además. No dormí en toda la partida. Pero me desperté y me dije. Estás jodido, Iván, pero tienes que aguantar toda la partida. Como mínimo no puedes perder y estar ahí a muerte. Como deportista tienes que hacerlo. Encima, fue justo el día que tu rival hace una partida tremenda. Pero me salvé y estoy contentísimo.

―Cuando juegas un torneo de categoría XVIII y todos los días te viene un animal, y empiezas a perder una partida detrás de otra, ¿cómo aguantas?

―Me pasó en el único torneo que he jugado de ese nivel. Empecé con medio de cinco y estaba hundido. Tuve que recomponerme totalmente. No sé qué pasó, pero al final hice tres de cinco en la segunda vuelta contra jugadores mucho más fuertes que yo. Fue un buen torneo.

―¿Sientes la presión?

―Lo único que importa es cada momento que estás compitiendo, cada jugada, centrarse y dar lo mejor de ti mismo. Lo demás es una consecuencia de eso. No hay ni que preocuparse.

―¿Qué falta para que salgan más estrellas?

―Hasta hace poco el ajedrez no gozaba de gran popularidad en España. Tampoco se puede decir que ahora sí ocurra.

―Cuando jugaron Karpov y Kasparov en Sevilla hubo un boom, pero no se ha terminado de confirmar.

―En España es muy importante que haya un campeón del mundo, sobre todo. Pasó con la Fórmula 1. De repente llega Alonso y todo el mundo entiende. Con el ajedrez pasaría lo mismo.

―¿Te ves en los torneos de Candidatos?

―Sí, pero todavía me quedan unos años. Tengo que trabajar mucho y con treinta años creo que puedo llegar. No tengo duda de ello. Serán muchas horas y esfuerzo, pero estoy dispuesto a hacerlo.

―Muchos se asustan sólo de pensar en el campeonato del mundo.

―Hombre, va a ser difícil ganarlo, eso está muy claro, pero quién iba a pensar que Gelfand casi se puede convertir en campeón. De hecho, durante un momento me pareció el favorito. Es una inspiración para mí. Si el tío lo consigue con 45 años, ¿por qué no yo? Tengo mucho tiempo. Él lo dijo claro: «keep on working», seguir y seguir trabajando.

―¿Te ganas bien la vida con el ajedrez?

―No puedo quejarme, porque hago lo que me gusta y gano lo suficiente.

―No sé si hay un punto de conformismo. Eres el campeón de España y estás muy lejos de los futbolistas, muchos de los cuales son multimillonarios.

―Eso ya te digo que no me pasa.

―¿Consideras que es injusto?

―No, también hay deportes en los que se gana menos, como la natación. Olímpicos que cuando terminan los Juegos se tienen que buscar un trabajo normal. Yo puedo estar hasta los cuarenta y pico, después entrenar durante muchos años, miles de cosas. Pero cuando eres un deportista, el dinero te parece secundario. Es una pasión que te mueve a mejorar en cada deporte, a ser cada día mejor.

Ivan-Salgado-Facebook

―En el fútbol vemos continuamente a jugadores que sólo se mueven por dinero y se van a un equipo peor si hace falta.

―Hay de todo. Hombre, si a mí de repente un tío me ofrece diez millones para que juegue al parchís y no al ajedrez, te lo planteas, realmente, pero es una decisión equivocada en realidad, porque cada día que haces lo que realmente te gusta es un día que merece la pena. hay que vivir en esa dirección.

―¿Qué te atrajo del ajedrez?

―Siempre tienes algo que aprender y a mí eso me encanta. Es uno de los deportes más competitivos que hay, esa lucha de uno contra uno. Es muy parecida al tenis, pero sin descarga física, lo cual hace que lo acumules todo en tu cabeza. Soy extremadamente competitivo y me encanta. Es lucha en estado puro.

―¿Confías en el proyecto de llevar el ajedrez a las escuelas?

―Hay dos grandes acontecimientos que pueden hacer que la situación del ajedrez cambie: que se introduzca en las escuelas y que se convierta en deporte olímpico. Pero sobre todo importan las escuelas, empezando desde abajo. Cuando se vieran los beneficios que puede tener el ajedrez para la sociedad, ganaríamos todos.

―¿Qué aporta?

―El ajedrez es algo que se aprende muy fácil. En mi caso, me ayudó muchísimo. Yo faltaba al colegio cinco meses de los nueve. No sacaba las mejores notas de mi clase, pero sí entre las mejores. Puedes decir que soy más listo, pero no lo creo. Simplemente, había desarrollado otras capacidades gracias al ajedrez.

―¿Envidias las oportunidades que ha tenido Carlsen?

―No. Hombre, a mí me habría gustado tener más apoyo en algún momento, pero he tenido un apoyo que otros no lograron. Y como eso es algo que no puedo cambiar, simplemente estoy agradecido por lo que tuve. Intentaré seguir mejorando y ya está.

―¿Juegas al póquer?

―No, porque si lo hiciera me viciaría muchísimo, porque es el típico juego en el que, me conozco, me metería. Y no me interesa. No sería posible concentrar mi energía.

―Tengo la teoría descabellada de que a Grischuk le vino bien, le hizo comprender algunas cosas del juego en general.

―El póquer tiene cualidades. El azar interviene en mucha mayor medida, aunque hay cierto azar en el ajedrez también. Pero en el póquer no me gusta que intervenga tanto. A largo plazo en teoría no influye, pero me molesta y prefiero apartarme de eso.

―¿Se podría copiar algo para hacer el ajedrez más atractivo en televisión?

―Por encima de todo hay que entender que el ajedrez es un juego en el que es necesario un esfuerzo intelectual. No puedes pretender ver sin saber. Eso hace que sea menos atractivo que otros deportes como el fútbol, pero si la gente estuviera dispuesta a ese pequeño esfuerzo… La televisión está hecha en otra dirección, para que la gente no piense, pero creo que es algo que va a cambiar. La gente se está cansando de esas cosas, que les intenten lavar el cerebro y que no piensen. Con el ajedrez tú tienes cierto control de lo que pasa. Cuando vean que puedes pensar, tener tu propia opinión, les va a gustar, pero hay que hacer ese esfuerzo.

―Eres un optimista incorregible.

―Nunca le he visto el sentido a ser pesimista. Obviamente, es difícil, porque vivimos en la cultura de lo instantáneo, pero me parece que va a caer por su propio peso. No se puede mantener. Hay mucha gente a la que le interesa que la gente no piense, eso está muy claro. Cuando eso cambie será el mejor momento para el ajedrez. Ahora la gente juega a la play.

―Antes comentabas que no es bueno jugar contra los ordenadores porque te minan la moral.

―Los módulos de análisis ahora son muy fuertes. La máquina está bien para unas cosas concretas, no sólo aperturas, también posiciones complicadas en las que no sabes muy bien qué pasa. A veces te da otros puntos de vista. Pero jugar partidas es muy duro. Te hace perder seguridad, que es una de las cosas más importantes en ajedrez.

―Es un entrenador perfecto: juega como nadie, no se cansa, no se queja…

―Pero somos personas, necesitamos ese contacto humano. No es tan sencillo.

Trío de ajedrecistas gallegos: David Lariño (otro campeón de España), Jacobo Caselas e Iván Salgado. Foto: María Villar
Trío de ajedrecistas gallegos: David Lariño (otro campeón de España), Jacobo Caselas e Iván Salgado. Foto: María Villar

―¿El mejor contacto humano que has tenido ha sido el de tu hermano?

―Siempre ha sido un apoyo fundamental. Si no fuera por él, no estaría aquí. Me enseñó, me apoyó siempre durante todos estos años. Fue clave en muchas cosas. Y mis padres también, desde pequeñito me llevaban a torneos. A él le encantaba, pero le faltó la oportunidad de tener un ambiente para desarrollarse en ajedrez. En ese momento, en Orense, no podías llegar a un gran nivel. Me saca 14 años, lo cual fue una gran ventaja para mí. Toda persona que llega hasta arriba en un deporte tiene un factor de suerte que no podemos negar.

―¿En qué más hay azar?

―Influye en muchísimas cosas. Por ejemplo, que tu tengas el resultado justo que te sirva para conseguir invitaciones en el momento adecuado, eso no lo controlas, o que tu rival se pueda dejar una pieza ese día, etcétera. Me ha pasado en el campeonato de España. Otras veces te ocurre en un torneo menor y ya no es lo mismo. Depende de la suerte, como pasa en el póquer. Desde la quinta ronda me salía todo como lo planeaba de antemano.

Mundial de ajedrez

―¿Anand lo tiene imposible?

―Teniendo en cuenta sus últimos torneos lo veo muy muy difícil. Pero depende del ajedrez que haga. Tiene que practicar un juego muy concreto, limpiar la partida lo antes posible, porque a la mínima que encuentre posibilidades equilibradas en la que puedas seguir jugando, Carlsen lo va a destrozar. Sin piedad, además. Dependerá de eso. Si es capaz de tener un repertorio muy seco y que la partida se clarifique muy rápido, puede tener alguna opción. De hecho, estoy casi seguro de que sus aperturas van a ser Grunfeld y Najdorf. Por estilo. Es muy claro, y seguro que Carlsen lo sabe y estará viendo cómo evitarlo.

―¿No habrá sorpresas en las aperturas?

―Creo que Anand va a ser más o menos previsible, pero tendrá una gran preparación y Carlsen va a hacer un popurrí de variantes. Anand hará siempre lo mismo, no puede cambiar de aperturas.

―¿Y si le machaca una línea?

―Eso no va a pasar, porque no es el ajedrez que juega. Encontrará algo jugable, que al día siguiente Anand lo mirará, lo refutará y ya está. Carlsen intentará cambiar. Hará e4, c4, Cf3 y d4, a no ser que haga e4 y vea que Anand responde e5. Entonces veremos todos los días una partida de peón rey y de movimientos. A no ser que vea que Anand hace algo muy favorable para él, cambiará, pero Anand no es estúpido y hará un repertorio para limpiar variantes.

―Anand ha ganado varios campeonatos del mundo. ¿No le da eso más opciones?

―La diferencia es demasiado grande ahora mismo. Vale, hay experiencia, pero Carlsen es muy favorito.

―¿Irías a trabajar con Carlsen si te llamara?

―No, una cosa es trabajar de igual a igual y otra hacerlo para los demás. Te quitan tu energía para conseguir un beneficio.

―¿No sería interesante durante tres meses?

―Ya me parece mucho. Un mes podría ser interesante, igual. Ellos simplemente sacan lo mejor de ti y se aprovechan.

―Si tuvieras un patrocinador como Nakamura, ¿ficharías a Kasparov como ayudante?

―Hombre, si pudiera, claro, pero no puedo. Intentaría ayudar con los mejores.

―¿Kasparov sigue estando ahí?

―Sí, tiene mucho que decir todavía. Ahora no tiene ese nivel competitivo pero tiene mucho que enseñar.

―¿Quién es el mejor de la historia?

―Carlsen, es tan brutal… Es el mejor de la historia sin duda. A Kasparov en su mejor momento quizá no le destrozaría, porque tienen estilos muy diferentes. El mejor Kasparov, el mejor Topalov y el mejor Carlsen son los mejores de la historia. El mejor Topalov era mejor que el mejor Kramnik y que el mejor Anand, si sigues sus partidas objetivamente. Pero Topalov mantuvo ese nivel de forma dos años, Kasparov quince y Carlsen ya lleva unos cuantos.

―¿Hay psicosis con las trampas por las máquinas?

―A mí me ha pasado en alguna partida. Yo creo que sí, pero da un poco igual. Hay gente que ha hecho trampas y se sabe. Pero da igual.

―Lo dices porque no te han ganado.

―O sí, alguno, pero eso ya ha pasado y no puedes hacer nada. Lo que hace falta es tener mayor control en ciertos tipos de torneo. En un cerrado sabes que no va a pasar, pero en un abierto de repente aparece un 2.100 que juega como un 2.600 y te mosquea. Hay que ser muy estricto con los aparatos electrónicos. Pero tienes que fiarte porque si la gente quiere hacer trampas…

―Fiarte, pero ha pasado incluso en campeonatos del mundo, al menos las denuncias.

―Ahí sí que se les fue un poco la castaña. Yo conviví con Topalov durante quince días y esa persona no ha hecho trampas ni de broma o yo no entiendo nada sobre el ser humano.

―Topalov estaba convencido de que Kramnik le hizo trampas a él.

―Estaba muy molesto porque perdió. Quiero pensar que no pasó nada.
 

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