miércoles, 2 de octubre de 2013

LA ESCUELA CHINA DE AJEDREZ, POR LIU WENZHE

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Hace unos treinta años, quizás un poco más, los chinos no eran, ni lejanamente, potencia ajedrecística, pero algo cambió… y pasaron los años de duro esfuerzo.

Hoy hay una gran cantidad de grandes maestros de ese país, e incluso, Hou Yifan, una china, es la campeona del mundo. Así de simple. ¿Cómo es que lograron posicionarse como uno de los países más fuertes en el juego ciencia?

Liu Whenze, entrenador en jefe del equipo nacional y el primer jugador chino en derrotar a un GM de elite, Jan Donner, de Holanda, ha escrito todo un libro sobre este tema. El libro de Liu no es fácil, sin embargo, de categorizar, pues consiste en diversos elementos. Por una parte es la historia del ajedrez en China, otra parte es autobiográfica y se tiene incluso un apartado de partidas de algunos jugadores chinos. Después de leer el libro uno queda convencido que no hay azar en este resultado que ha catapultado a los chinos a los mejores lugares en el ajedrez mundial.

Al inicio del libro, Liu busca convencer de que la historia sobre el inicio del ajedrez, que dice haber empezado en la India. y que después se popularizó en Europa y China. El autor da argumentos en donde contradice esta idea y que juegos parecidos al ajedrez se conocían mucho antes de la supuesta invención del juego ciencia.

Sin embargo, Liu hace más que el corregir la historia conocida, sino que trata de convencernos de que la manera de pensar de los chinos está en armonía con la lógica interna del ajedrez. Eso parece un exceso aunque para probarlo dice que muchos extranjeros han observado esta habilidad innata de los chinos para con el ajedrez.

Y siendo sinceros, eso me parece parecido a los libros de la época soviética, en donde por lo general, se hablaba de lo maravilloso que eran los jerarcas de esa época y de que ellos eran tan geniales como más allá de la cortina de hierro. Es una especie de mística nacionalista y el libro de Liu de alguna manera lo propone en lo que es el ajedrez chino.

Liu fue probablemente uno de los que más trabajaron para crear la denominada “escuela china del ajedrez”. Él venció a Donner con gran estilo (un bonito sacrificio de dama con ataque de mate) en 1978, pero el autor decidió dedicarse más a entrenar que a buscar una carrera competitiva.

Estudió los principios del ajedrez y le dio gran valía a los estudios de los soviéticos, que fueron los amos y señores del ajedrez hasta que Fischer los derrocó por primera vez, pero que en su más profunda debacle, fue cuando desapareció la Unión Soviética para terminar siendo Rusia. De todas maneras Liu indica que los rusos no entendían la esencia interna del ajedrez como los chinos.

Liu es sin duda un hombre de carácter que luchó siempre por posicionar el ajedrez chino. En 1986 fue el entrenador en jefe del Instituto Chino del Ajedrez y fue su trabajo con las mujeres como catapultó a China como potencia femenil en ajedrez, logrando varias campeonas mundiales en los años noventa.

En lo que se refiere a la teoría, los chinos -de acuerdo a Liu- no solamente siguieron las enseñanzas rusas, sino que desarrollaron sus propias ideas sobre el juego. Él identifica cuatro escuelas de ajedrez antes de llegar a la llamada escuela china: la escuela italiana, la escuela clásica, la escuela hipermoderna y la escuela rusa/soviética.

Pero Liu indica que las teorías de estas cuatro escuelas son criticables en la teoría del centro, del desarrollo y del tiempo, están basadas en un entendimiento poco adecuado del ajedrez.

Desde el punto de vista chino, hay tres principios principales de la teoría de aperturas: estrategia, estructura y espacio. Critica la idea clásica del desarrollo rápido sin consideración de la estructura. Con respecto al medio juego Liu indica que éste no ha sido estudiado sistemáticamente y hay dificultades inherentes en su enfoque: “Las escuelas extranjeras piensan usualmente que hay solamente técnica finalista. No han conducido ninguna investigación sistemática teórica entre el medio juego y el final, entre la técnica y la táctica”.

Para probar sus asertos, Liu habla de la preparación de Xie Jun, cuando derrotó a Maya Chiburdanidze en 1991 para capturar el Campeonato Mundial Femenil. El autor habla del sistemático entrenamiento de Xie. 120 horas analizando las partidas de Chiburdanidze y los triunfos de Fischer contra Spassky en 1972.

Liu asume que mucho de sus triunfos se deben a su concepción del medio juego. Sin embargo, quizás el triunfo chino femenil en ajedrez se deba a algo más elemental: más tiempo y disciplina en la preparación que en una concepción diferente de las posiciones del medio juego. Si nos ponemos a pensar, no hay otro país que pueda permitir ese régimen de trabajo para un ajedrecista. Considérese que “los jugadores del equipo nacional reciben más de doce años de entrenamiento de este tipo”, por lo cual no es difícil contestar la pregunta ¿Por qué juegan bien los chinos al ajedrez?

Esto, sin embargo, parece no llevarlos a tener un “Kasparov chino”. Tal vez uno de estos ajedrecistas no se puede dar más que remotamente, aunque Liu piensa que en las siguientes generaciones aparecerá un eventual gran campeón mundial chino, cosa que aún no se ha visto, pero es evidente que con esa capacidad de generar jugadores, bien podría surgir un súper talento. Pero ya estamos en el mundo de la especulación.

En conclusión, este libro tiene mucho de bueno y hay que verlo con la perspectiva adecuada. No creemos que haya que creerle a pie juntillas lo que dice Lie, pero es evidente que los chinos han trabajado por más de 30 años en su ajedrez y ahora vemos los resultados, cosa que no es casualidad.

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