martes, 1 de mayo de 2012

Anécdotas de los Grandes del Ajedrez






Sobre... David Bronstein

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En una ocasión, Bronstein tardó 40 minutos en mover su primer pieza! y luego  la , ¡un fenómeno! Cuando le preguntaron por qué, respondió mirando fijamente al tablero: "Estaba pensando donde había puesto las llaves de mi casa".

Sobre... Carlos Torre

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Se cuenta que un extranjero llegó a jugar a un club de ajedrez, preguntando quien era el mejor jugador. Le dijeron que era un viejecito que en ese momento se encontraba jugando (era el mismísimo Carlos Torre)

Jugaron una partida y Torre se dejó perder y le dijo a su adversario "creo que perdí porque mi dama me estorbó toda la partida. Te la doy de ventaja" y así jugaron y Torre le ganó todas las partidas siguientes y su adversario se fue convencido de que era mejor jugar sin dama.


Sobre... Guillermo García Gonzáles

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Les comento que un interzonal, creo que en Brasil, finales de los 70', se jugaba la última ronda del torneo y un joven Timman debía ganar para acceder por primera vez a un torneo de candidatos. El holandés había jugado muy bien contra un joven maestro cubano tenía la partida prácticamente ganada en el final y se acercaba el momento de aplazar, Timman se paseaba tranquilamente por el salón, mientras su rival pensaba su jugada secreta, en ese momento Guillermo García decide abandonar y busca a Timman para saludarlo y felicitarle por la clasificación, pero no lo encuentra, al que encuentra es a su entrenador (A.Rodriguez?) que le recomienda aplazar la partida a pesar de los dos peones de menos, "pues en el ajedrez nunca se sabe...", así lo hace y en casa encuentra el camino para alcanzar las tablas!! y Timman una vez más se quedó fuera del candidatos!! 


Sobre... Antonio Medina



En la XVI olimpiada de ajedrez, durante el match URSS-España, Mihail Botvinnik, que estaba jugando su partida contra Antonio Medina, se dirigió a Kotov, capitán del equipo soviético:

-Mi rival no me deja concentrarme. Se pone a silvar.

Kotov de inmediato le hizo una advertencia al capitán del equipo español. Éste agitó la cabeza, abatido:

-¡Mal van las cosas!

-¿Por qué?

-Medina se pone a silbar cuando su posición es catrastrófica.

En efecto, poco después Botvinnik ganó la partida.


Sobre... Julio Granda



Un anécdota del Gran Maestro Julio Granda (orgullo del Perú):

Un día se puso a jugar a ciegas contra un GM ruso muy amigo suyo. Luego de 25 jugadas las negras abandonan. Granda, que jugaba con blancas, le pregunta a su amigo el por qué de su decisión, si la posición de las negras era sostenible. El GM ruso le muestra una serie de combinaciones que había calculado. Granda, sin chistar, las refuta... a ciegas!!! una por una.

Meses después, Granda se enfrenta a su amigo ruso con el cual, luego de 25 movimientos, llega a la misma posición, pero con la diferencia que esta vez él tenía las piezas negras.

Su amigo, el GM ruso, le ofrece tablas. Granda rehusa el ofrecimiento, y luego de una serie de movimientos forzados, derrota a su amigo ruso. Sorprendido, el gran maestro ruso le pregunta a Granda ¿Esa variante no la vimos en la partida a ciegas, verdad? y Granda le contesta ¿no la vimos? ... ¡No la viste!

GRANDE GRANDA!!!


Sobre... Wilhelm Steinitz



El campeón del mundo Steinitz jugaba en un café apostando con otras personas. Un jugador mediocre de ajedrez iba todos los días a retarlo, aunque siempre perdía. Esto representaba un ingreso fijo para Steinitz. Un día, un amigo del campeón le dijo que dejara ganar a su "cliente" de vez en cuando para que no se desanimara y continuara retándolo y pagándole. Steinitz siguió el consejo: comenzó con una mala apertura, sacó a la dama prematuamente y después de unas jugadas su adversario le capturó la dama por lo que Steinitz abandonó. Su adversario exclamó "¡Por fin he conseguido mi objetivo, he derrotado al gran Steinitz!". Después de eso nunca volvió a retarlo.


Sobre... Morphy y Staunton

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Morphy y Staunton estaban en una partida muy complicada cuya secuencia favorecía a Staunton. Morphy pensaba y pensaba, hasta que de manera inconsciente, Morphy dice: "me falta un tiempo", en alusión claro está, a la falta de una jugada para salvar la situación, entonces, Staunton no pierde la oportunidad y lanza una burla para que todos los presentes lo escuchen, agarra la campanilla, la hace sonar y llamando al conserje dice: "por favor, por favor, me hace el favor de buscar un tiempo, que se le ha extraviado al sr. Morphy". Genial


Sobre... Mihail Tahl



Una del gran Mihail Tahl. En unas olimpiadas estaba el equipo peruano pimponeando (blitz) hasta que llego Tahl cargado de cosas a la villa olímpica y viendo que el equipo peruano estaba jugando el ajedrez relámpago les dijo "ahora regreso, voy a dejar estas cosas y vuelvo para jugar". Apenas se fue Tahl el equipo peruano desapareció, cuando regresó Tahl a jugar, no encontró a nadie, pues es bien sabido la fama del gran Tahl en el blitz.


Un gran maestro se dirigió un día a Tahl y le dijo:

"Micha, hoy salgo en la televisión, ¿Qué debo decirle a los teleespectadores?"

"que escuchen la radio, ¡mañana soy yo quien sale!" -respondió Tahl


Sobre... Bobby Fischer



En unas simultáneas, Fischer ganó la dama a su rival, y éste volvió a ponerla en el tablero al irse el americano. Continuó el juego normalmente y el hombre se vanagloriaba ante los espectadores de que el genio no se había dado cuenta. Siete jugadas más tarde, Fischer volvió a ganarle la dama, y esta vez se la metió en el bolsillo y se la llevó, sin mediar palabra.


Sobre... Tigran Petrosian



En una importante competición, Petrosian tomó la dama para ejecutar una jugada. Al instante se dio cuenta que al mover la dama quedaba totalmente perdido, así que metió la dama en su taza de café como si se tratase de un error mecánico y luego pidió disculpas a su rival.


Sobre... Aaron Nimzowitch



Jugando Nimzowitch con Maroczy, éste último sacó un cigarrillo y lo dejó sobre la mesa. Nimzowitch protestó al árbitro, Vidmar, y éste le contestó que Maroczy no estaba fumando, pero Nimzowitch agregó: "Usted es maestro y sabe que la amenaza es más fuerte que la ejecución".


Sobre... Emanuel Lasker



Cuentan del Campeón Lasker, que viajando por Alemania, recaló en un bar donde había varios parroquianos jugando al ajedrez. Tras jugar varias partidas con un aficionado y vencerle en todas ellas sin inconvenientes, éste le dijo: "Amigo, Ud. debe ser un gran jugador de ajedrez. ¡Fíjese que a mí me dicen el Lasker del pueblo!"


Lasker, antes de ser campeón del mundo durante 20 años, era muy pobre... tan pobre que se veía obligado a compartir unos pantalones con su hermano mayor, de manera que ambos no podían salir simultáneamente a la calle... Verídico.


Sobre... el maestro inglés Wade


Una historia real le ocurrió al inglés Wade (famoso maestro), que fue invitado a dar unas simultáneas a 20 escolares de 10 años de Moscú. El resultado fue de 9 tablas y 11 derrotas. ¡No ganó ni una! ¿Cómo serían los "angelitos" de 10 años?. ¡


Sobre... Adolf Anderssen



Con ocasión del Torneo de Londres de 1862, se jugaron varias partidas de exhibición que hicieron las delicias de los espectadores. Una de ellas fue en consulta entre Anderssen, Dubois y Paulsen, que llevaban piezas blancas, contra Lowenthal, Boden y Kennedy. Antes de empezar, Anderssen se dirigió a sus dos compañeros en consulta y les dijo: "Hemos de distribuirnos el trabajo, así que Paulsen hará las jugadas precisas; Dubois hará las brillantes, y yo haré las malas."


Sobre... Alexander Alekhine



Alekhine estaba un día en un café y observaba cómo jugaban unos aficionados. Uno de los jugadores le propuso jugar contra él. El campeón mundial aceptó, pero a condición de tener un hándicap de una torre.

"¿Qué dice usted? ¡No me conoce!", exclamó el adversario, asombrado.

"¡Por eso mismo!", respondió Alekhine con sangre fría


Sobre... José-Raúl Capablanca



Cuenta la leyenda que hace ya muchos años, el todopoderoso Capablanca jugó con un experto ajedrecista de Nueva York. Olvidando momentáneamente que era invencible, Capablanca perdió. Ante este imprevisto resultado, los espectadores se quedaron asombrados. ¿Como un campeón del mundo había perdido contra un jugador muy inferior a él? - ¿Cuántas jugadas puede usted preveer sobre el tablero?, le preguntó un aficionado a Capablanca. - Al menos diez, respondió el campeón del mundo. - ¿Y cuántas jugadas puede usted pensar por adelantado?, le preguntaron al ganador de este particular encuentro. Y él replicó: - Sólo una. - Aquí hay una confusión: ¿cómo un jugador que sólo puede pensar por adelantado una sola jugada, derrota a otro que puede pensar diez? Entonces el vencedor explicó: -Yo pienso una sola jugada, ¡pero es siempre la mejor!


Ahora algunas locuras y curiosidades


Anatoly Karpov y Viktor Korchnoi

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"En 1978 se jugó el XXVIII Campeonato del mundo entre Karpov y Korchnoi. Después de una lucha en la que se cuenta que se tuvo que poner un tablón separador debajo de la mesa porque Korchnoi y Karpov se daban patadas, que Korchnoi se quejaba de que a Karpov le pasaban mensajes "codificados" en los yogures que comía durante la partida, y otras historias parecidas, Karpov ganó."

"El match de 1978 entre Karpov y Korchnoi disputado en Baguio (Filipinas) estuvo plagado de incidentes que formaban parte de la guerra psicológica que ambos bandos utilizaron. La presencia de gurús, parapsicólogos y demás, ha quedado ya como anécdota."

"Karpov defendió su título de forma exitosa ante Korchnoi en 1978 y 1981 en Filipinas e Italia respectivamente. Ambos encuentros estuvieron cuajados de situaciones polémicas; presión sobre la esposa de Korchnoi retenida en Rusia, los famosos parapsicólogos contratados por Karpov, espionaje de la KGB, etc."


Akiba Rubinstein


Fue poco a poco víctima de una timidez patológica. Tras realizar un movimiento, se escondía en un rincón de la sala a esperar la réplica de su adversario.
Tuvo la idea paranoide de que alguien le perseguía. Si un desconocido entraba en su habitación, salía corriendo o incluso se arrojaba por una ventana.


Carlos Torre


Nunca dormía más de dos horas por noche, según confesión propia.
Le encantaban los helados de piña y se comía de diez a quince diarios.
En 1911 en Nueva York, cuando iba en autobús por la Quinta Avenida, se quitó toda la ropa que llevaba puesta.


Wilhelm Steinitz


En 1897, empezó a albergar la ilusión de que podía hablar por teléfono sin hilo ni auricular y su secretario le sorprendía a menudo esperando respuesta a través del invisible audífono. También solía acercarse a la ventana, donde hablaba y cantaba, quedándose después a la espera de una contestación. El secretario informó de ello al cónsul norteamericano, quien sugirió que se recluyese a Steinitz en un sanatorio.
En 1900, pensaba que podía emitir corrientes eléctricas, con la ayuda de las cuales le sería factible mover las piezas a voluntad.
Aseguraba estar en comunicación eléctrica con Dios y que podía darle de ventaja un peón y las blancas.


José Raúl Capablanca


Se justificaban muchas de sus derrotas ajedrecistícas, con la excusa de que había estado absorbido por una mujer. Cuando perdió ante Tarrasch, en San Petersburgo, el año 1914, se dió por supuesto que había pasado directamente al tablero desde la cama de la señora del gran duque.
La culpa de que perdiera con Alekhine, en 1927, había que buscarla en el hecho de que andaba divirtiéndose con demasiadas bailarinas.


Mihail Tahl


Tal vez su anécdota más famosa es la partida en la que estuvo pensando durante una hora como sacar un hipopótamo de un pantano:

La famosa anécdota del hipopótamo de Tahl
De una entrevista que le hicieron:
Damski: Durante una partida, ¿Te vienen a la mente ideas que no tengan nada que ver con el ajedrez?

Tahl: ¡Continuamente! Nunca olvidaré, por citar un ejemplo, mi encuentro con el maestro Eugenio Vasiukov (Kiev, 1964), durante uno de los campeonatos de la URSS. La posición en el tablero era muy compleja, y yo pensaba sacrificar un caballo. No era una variante muy clara, puesto que existían muchas posibilidades. Comencé a calcular y me horrorizó la idea de que el sacrificio fuera falso. Las ideas se me amontonan en la cabeza: una respuesta del enemigo correcta en determinada situación la traspasaba a otra variante y allí, naturalmente, ese movimiento era inoportuno por completo. Lo concreto es que en mi cabeza se formó un montón caótico de movimientos, a veces incluso sin ninguna relación entre sí, y el "árbol del análisis", tan recomendado por los entrenadores, comenzó a crecer de manera monstruosa.
No sé por qué, pero en ese momento recordé la célebre poesía infantil de Chukovski:

¡Oh, qué dificil es el trabajo
De sacar a un hipopótamo del pantano!

No podría explicar en base a qué asociación este hipopótamo se metió en el tablero, pero la verdad es que, mientras los espectadores creían que estaba analizando la posición, yo pensaba en cómo demonios podría sacarse a un hipopótamo del pantano.
Recuerdo que en mi cabeza se amontonaban cabrestantes, palancas, helicópteros e incluso, una escalera de cuerda. Después de numerosos intentos no encontré ningún método aceptable de sacarle del pantano, y pensé con amargura: "¡Pues que se ahogue!".



El talante de Fischer
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Durante la Olimpiada de Varna de 1962, Tahl decidió hacerle una pequeña entrevista a Bobby Fischer. He aquí un breve recuerdo de Mihail sobre la misma que refleja claramente como las gastaba Fischer cuando sólo tenía 19 años!

"La primera cuestión que te plantearé es: ¿A quién consideras el jugador más fuerte del mundo?" Me miró muy sorprendido, de modo que corregí la pregunta: "Aparte de ti, por supuesto". Me miró atentamente y respondió: "Bueno, tú no juegas muy mal...".


La misteriosa silla de Fischer



"Durante el Campeonato del Mundo de Reykjavik (Islandia) en 1972 entre Fischer y Spassky, la delegación rusa achacó el mal juego de Spassky a algún tipo de efluvio o corriente que emanaba de la silla de Fischer, hasta el punto de presentar una reclamación al respecto. La silla fue efectivamente puesta en cuarentena y sometida a vigilancia policial durante 24 horas mientras fue analizada mediante rayos X y diversos tests químicos."


Ruy López de Segura



Una curiosa anécdota en la corte española del siglo XVI

"Hallábanse jugando al ajedrez en un salón del Palacio del Escorial, el Rey Felipe II y su capellán Ruy López; el primero, sentado en un amplio sillón, y el capellán arrodillado delante de él, sobre unos cojinetes. Los cortesanos permanecían silenciosos en un extremo del salón. Felipe II estaba inquieto y de vez en cuando volvía la cabeza para mirar hacia la puerta de entrada. Abrióse ésta al fin y apareció el verdugo. -¿Y bien -le preguntó el monarca-, está todo listo para la ejecución? -Señor, el reo se resiste. -¿Cómo ese eso? -Porque si en calidad de noble desea que se le corte la cabeza, como magnate pide ser bendecido por un obispo. -Concedido; hágase como él desea, pero que todo esté terminado para las tres. -Señor, en la corte no hay ningún obispo; ayer murió el de Zamora y anteayer se ausentó el de Palencia. El rey quedó un momento pensativo y de pronto, dirigiéndose a Ruy López le dijo: -Levántate, Obispo de Zamora, y vete a asistir al reo. Ruy López, con todo el dolor de su corazón, se alzó y se dirigió a la cárcel para reconciliar al sentenciado, que no era otro que su amigo íntimo, el Duque de Medina Sidonia, ex-favorito de Felipe II.

Pronto estuvo hecha la reconciliación, quedando confesor y reo en amigable conversación. Y como aun faltaba mucho para hora de la ejecución, el duque, poniendo a prueba su temple de caballero, propuso a Ruy López matar el tiempo jugando una partida de ajedrez, proposición que fue aceptada, mandándose al momento por el juego. Empezada la partida, los guardias, el alcalde y hasta el verdugo, se interesaron por el desarrollo del juego, pues la fama de Ruy López había trascendido a todas las esferas, y todos deseaban ver las hábiles jugadas del Campeón del Mundo, así como las de su rival, considerado como uno de los mejores ajedrecistas de la época. Se formó así lo que ahora se llama "la barra", e interesándose en la partida, pues todos conocían más o menos el juego, transcurrieron los contados minutos que de vida le quedaban al valeroso Duque.

Al llegarla hora fatal, la partida se hallaba en un momento culminante, y el Duque de Medina Sidonia, abstraído en la magnética atracción de la lucha, deseaba terminar la partida, pues había entrevisto una variante ganadora. El jefe de la guardia y el ejecutor, entretanto, intentaron hacer cesar el juego a fin de emprender de inmediato el camino hacia el lugar del suplicio; pero el Duque quería terminar la partida, y como el verdugo insistiese en su empeño e intentase hacer uso de la fuerza, el Duque arrebató el hacha de manos del ejecutor y con gran valor y arrogancia exclamó: "Al que intente acercáseme le parto la cabeza". No hubo, pues, más remedio que la lucha prosiguiese. La victoria correspondió al Duque y una alegría incontenible lo substrajo por unos momentos a la dura realidad. Ruy López sonreía dolorosamente y más de uno de los forzados espectadores supuso que Ruy López había proporcionado generosamente ese instante de regocijo a su noble adversario, conocedor de su vanidad de ajedrecista, que moriría con la fama de una victoria sobre el Campeón del Mundo.

Terminada la partida, el Duque, con paso firme, erguido, se dirigió al lugar del suplicio, no sin dirigir algunas bromas a Ruy López, como si con ellas deseara exteriorizar su temple de valiente caballero. Creyendo Felipe II, al tocar las tres, que todo estaba concluido, dijo al Conde... que había reemplazado al Duque de Medina Sidonia en los favores del Rey: "dadme el decreto referente al crimen y al castigo del ya difunto Duque". El Conde metió la mano en la escarcela, pero con tan mala suerte que, equivocando la bolsa, sacó y entregó al rey, en lugar del decreto real que éste le pedía, el plan de la conspiración con la lista de los conjurados, en la que él figuraba en primer término, apareciendo el Duque de Medina Sidonia como acusado falsamente por quien pretendió suplantarlo en los favores del monarca e injustamente sindicado como jefe de aquella conspiración.

El Rey, descubierta la verdad, mandó al momento a arrestar al Conde, y aunque dudando de llegar a tiempo, ordenó suspender la ejecución. Por fortuna, ésta se había retrasado por las circunstancias antes mencionadas, y aquella orden alcanzó a la comitiva en el camino al suplicio, resultando así que una partida de ajedrez salvó a un inocente de una pena tan atroz como inmerecida."


Ratmir Kholmov
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Durante la gran época de Bobby Fischer, Kholmov fue capaz de derrotarlo llegando a la sala de juego completamente borracho. Se trató de una de las raras ocasiones en las que Fischer fue limpiamente superado de principio a fin, con las piezas negras y en una apertura española.
La Federación Soviética lo suspendió un año de los torneos por su desmedida afición al alcohol.


Mir Sultán Khan


El hindú Sultán Khan era un esclavo (siervo) del coronel local Nawad Sir Umar Hayat Khan, que además de emplearlo como sirviente, le enseñó a jugar al ajedrez según las convenciones europeas. En 1929, formando parte del séquito de Sir Umar, Sultán Khan viajó a Inglaterra y permaneció allí hasta 1933. Ante la estupefacción de los maestros ingleses, ganó el campeonato británico en 1929, 1932 y 1933, logrando derrotar además, en esos cinco años, a jugadores de la talla de Capablanca, Flohr y Rubinstein entre otros muchos ilustres nombres. Luego volvió a La India y dejó el ajedrez porque, según él, "era un juego muy difícil". El prepotente Imperio Británico había sido humillado por un humilde siervo.


Viktor Korchnoi


En una partida de Campeonato Mundial contra Karpov, Korchnoi no estaba seguro si podía enrocarse en un momento dado, porque su torre pasaba por una casilla atacada, más no su rey. Decidió levantarse y preguntar al árbitro si en esa posición era posible el enroque o no. El árbitro lo miró unos segundos con cara de asombro y también entró en duda debido a que el gran maestro dudara en principio. Se debió recurrir a un manual para solucionar la incognita. Si podia enrocar

??!! Un incidente absurdo a ese nivel, pero verídico!

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Cecil Purdy


Durante el campeonato mundial por correspondencia de 1951, el australiano Cecil Purdy, uno de los aspirantes al título, anotó su jugada en una partida crucial, la depositó en el buzón de correos y luego descubrió que era un error que le costaría la partida. Entonces trató de abrir el buzón para sacar la carta, pero al no poder hacerlo, estacionó su auto frente al buzón y se pasó toda la tarde y toda la noche en vigilia esperando que llegaran los del servicio postal a sacar las cartas, hasta que por fin, a las 6 de la mañana, explicó su situación al cartero que llegó, se identificó y éste accedió a devolverle el sobre.


Steinitz, Blackburne y Zukertort



Antes de que se iniciaran los campeonatos oficiales del mundo, ocurrió un curioso incidente en una ceremonia presenciada por muchos maestros de ajedrez de la época: un miembro de la realeza (que poco entendía de ajedrez) alabó las virtudes del juego y propuso un brindis por "el mejor jugador del mundo"; pero para sorpresa de todos, súbitamente tres ajedrecistas se pusieron en pie: Steinitz, Blackburne y Zukertort.
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