jueves, 6 de diciembre de 2012



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La familia de Karpov era pobre como tantos millones de otras familias de trabajadores de la postguerra, su padre era capataz de una factoría. Tolia aprendió a jugar al ajedrez a los cuatro años, viendo jugar a su padre, quien le enseñó las reglas. Pero a diferencia de los padres de Capablanca o Reshesky, el padre no perdió sus primeras partidas ante su hijo, sino que las ganaba todas, sin excepción. “Estaba a punto de llorar”, recuerda Karpov, “y lo hubiera hecho, de no ser por las palabras de mi padre: ‘Alguien tiene que perder, y si te pones a llorar, nunca más volveré a jugar contigo’.”

Las duras palabras de su padre, por otra parte propias de la escuela soviética, parece que surtieron su efecto y el joven chico de cuatro años siguió aprendiendo y evolucionando hasta que a los siete años se inscribió en la sección de ajedrez del clubdeportivo de la factoría metalúrgica.


En su adolescencia Karpov era un joven delgaducho y pálido que provocaba algunas dudas en los maestros soviéticos de la época. Furman recordaría más tarde: “Karpov había sido designado para jugar en el primer tablero juvenil del equipo. Era un joven delgado, de cara pálida y aspecto más bien flemático. También parecía que tuviese dificultades para mover las piezas. ¿Era un jugador así realmente capaz de grandes hazañas competitivas?” Gufeld llegó a exclamar al encontrarse por primera vez con Karpov “Este chico nunca será un gran maestro: es demasiado flaco”. Inicialmente incluso el gran Botvinnik, no se mostró especialmente impresionado con el juego del endeble chico de los Urales. Sobre este último Karpov recuerda: “Sus observaciones en cuanto a mi débil tratamiento de las aperturas surtieron efecto, pues comencé a leer literatura ajedrecística”.
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En el verano de 1968, Karpov finalizó la escuela secundaria con matrícula de honor e ingresó en la universidad de mecánica y matemáticas de la Universidad de Moscú. Más tarde se traslado a la Universidad de Leningrado inscribiéndose en la Facultad de Economía para tener una mayor disponibilidad junto a su mentor, el gran maestro soviético, Furman. Pronto el ajedrez pasó a ser lo más importante de su vida.
Desde ese momento la fuerza de Karpov fue creciendo incesantemente demostrando su talento en numerosos torneos. Tanto es así que Tal llegó a reconocer años más tarde: “Después de una de las exhibiciones, los organizadores llamaron nuestra atención sobre una mujer de aspecto joven, que había estado siguiendo los tableros de Karpov con una cámara en la mano. Resultó ser la madre de Robert Fischer. A petición de su hijo, había tomado algunas fotografías. El campeón mundial quería conocer a Karpov un poco mejor, ya que pensaba que sería su rival en el Campeonato del Mundo de 1975. Debo admitir que por entonces eso me resultaba difícil de creer, pero Fischer demostró ser más perspicaz…”.

Las sospechas de Fischer no iban desencaminadas y cuando en 1974 comenzó el torneo de candidatos para aspirar al campeonato del mundo Karpov se proclamó vencedor tras derrotar a Lev Polugaievsky, Boris Spassky y Victor Korchnoi. Un toque curioso; cuando Polugaievsky se preparaba para el encuentro con Karpov, examinó unas 250 partidas suyas, y encontró mucho en común entre Karpov y Fischer. En la apertura, ambos jugaban un ‘ajedrez directo’. ¿Qué quería decir Polugaievsky con esta definición? Tanto Fischer como Karpov estaban dispuestos a lanzarse a un crítico debate teórico, puesto que ambos creían en la corrección de su enfoque hacia las aperturas.
En 1975 todo estaba preparado para el match por el campeonato del mundo entre Fischer y Karpov. Pero el Campeón Norteámericano Bobby Fischer, que llevaba varios años desaparecido del mundo ajedrecístico, sencillamente se negó a jugar. Los innumerables esfuerzos realizados por los padrinos de Karpov para concertar las condiciones del duelo fueron un fracaso. De ese modo el 3 de abril de 1975 la FIDE proclamó a Karpov 12º campeón mundial de ajedrez sin disputar el match por el título. En su discurso, el Dr. Euwe (presidente de la FIDE), entre otras cosas, dijo:
“Admiro el temple de Karpov, su profundo sentido del respeto y las cualidades competitivas que ha exhibido durante el tiempo en que este asunto ha durado (es decir, desde que se redactaron las regulaciones del match). Fischer tenía todas las oportunidades para defender su título. Pero la obstinación de Fischer, u otros rasgos de su carácter que yo, como muchos otros, no entendemos, le impidieron utilizar ese derecho, y cumplir así su obligación para con el mundo del ajedrez. En cuanto a Karpov, estamos seguros de que será un digno campeón y que demostrará en numerosas ocasiones su fuerza en los eventos en que participe”
Anatoly Karpov conservó el título mundial desde 1975 hasta 1985. Diez años en los que fue un campeón hiperactivo compitiendo en numerosos torneos de ajedrez. Se observa en esta época una ralentización de desarrollo creativo. Se siente, obviamente, presionado por el match que no llegó a jugar con Fischer. En principio, Karpov recoge los frutos de su formidable trabajo precedente, y eso basta para silenciar a quienes lo acusan de ser “un campeón de papel”. El muy difícil duelo con Korchnoi (1978) obliga a Karpov a buscar reservas para mejorar su juego. A comienzos de los ochenta asciende a un nuevo nivel. Además, ganó incontables torneos y fue el líder indiscutido hasta la aparición de Gari Kasparov, con quien se enfrentaría durante más de una década en una rivalidad tan fuerte y apasionante como pocas en la historia del deporte. El momento culminante de este período lo constituye el primer match contra Kasparov (1984-1985), que resultó la experiencia más difícil de su carrera, pues no consigue ganarlo tras haber dominado el marcador por 5-0, el aspirante se acercó a 5-3; pero el encuentro se había prolongado más de tres meses por las numerosas tablas y la FIDE decide, polémicamente, suspenderlo con lo que Karpov conserva la corona. Poco después pierde el segundo match contra Kasparov (1985).
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Exhibiendo una enorme fuerza de voluntad, consigue encontrar la energía necesaria para disputar un match-revancha (1986), remodelando por completo su repertorio de aperturas y renunciando desde ese momento a 1.e4. Este duelo pudo ser el mejor de los jugados contra Kaparov y uno de los mejores en la historia del ajedrez. Tras perderlo, Karpov, no obstante, vuelve a resurgir: gana brillantemente la superfinal de Candidatos ante Andrei Sokolov y casi se impone en el cuarto match contra Kaparov (1987). Ni siquiera la derrota de la 24º y última partida le desequilibra. Así, comparte el triunfo con Kasparov en el Campeonato de la URSS de 1988, juega magníficamente en los supertoneos de la Copa del Mundo (1988-89), gana el siguiente ciclo de Candidatos y lucha tenazmente en el quinto y último match contra Kasparov (1990).
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Tras perder la esperanza de recobrar la corona con su última derrota frente a Kasparov, sufre desánimo y desilusión a raíz de un difícil duelo de Candidatos con Anand y una derrota ante Short. Pero después de que Kasparov abandonase la FIDE, Karpov resurge una vez más: gana un match a Timman y se proclama campeón mundial de la FIDE (1993), juega el torneo de su vida (Linares 1994) y derrota con autoridad en match (1996) a Gata Kamsky. Su final, un nuevo encuentro con Anand (1998), es su canto de cisne en los muchos años de lucha por el título mundial.

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