viernes, 14 de diciembre de 2012

Tigran Petrosian



Tigran Petrosian
Tigran Petrosian, el Astuto Armenio
"Creo que muy pocas personas han definido tan bien el estilo de Petrosian como el Maestro Internacional español Ricardo Calvo, confeso admirador del fallecido excampeón, cuyas palabras reproduzco: 'Sus ideas llevan la prueba indiscutible del genio, que consiste en que la posición final está tan maravillosamente engarzada que parece una obra compuesta. Parece como si el adversario no hubiese tenido la menor idea de lo que se le viene encima hasta que es demasiado tarde. Es el suyo un ajedrez oriental, realmente sutil e impredecible."
Tigran Petrosian nació en 1929 en Tblisi, la capital de Georgia, siendo sus padres y toda su familia de ascendencia armenia. Se dice que ya de pequeño Tigran despertaba admiración cuando jugaba a los juegos de mesa o de cartas, y que la mayor satisfacción de su padre era verle ganar. Sin embargo, no descubrió el ajedrez hasta bastante tarde: fue a los doce años, cuando en un campamento de vacaciones, un chico de su misma edad le enseñó a jugar. Petrosian siempre se lamentó de no haber tenido la oportunidad de haber aprendido a más temprana edad.
Su adolescencia fue especialmente difícil, ya que a los quince años, durante la segunda guerra mundial, perdió a sus progenitores. Curiosamente, Petrosian recibió la noticia de que su padre había muerto mientras disputaba una partida de ajedrez, y no sabiendo qué hacer, decidió seguir adelante con la partida y con el torneo.
Para salir adelante y poder mantener a sus hermanos, Petrosian sustituyó a su padre en el duro trabajo que éste desempeñaba en el Club de Oficiales de Tblisi. Así consiguió seguir ocupando la habitación destinada al portero, que era hasta entonces el único hogar que había conocido.
Sin embargo, todas estas dificultades no le fueron impedimento para continuar cultivando su creciente pasión por el ajedrez. Desde que había aprendido las reglas básicas del juego, no había perdido ocasión de acercarse a un tablero de ajedrez, bien fuera en el mismo club de oficiales, o bien en el Palacio de Pioneros de su ciudad. Fue en este último lugar donde trabó amistad con Archil Ebrelidze, quien se convirtió en su primer mentor ajedrecístico, y que le inculcó una gran admiración por Capablanca y Nimzowitch. Una exhibición de simultáneas que Salo Flohr ofreció en Tblisi en 1942 avivó aún más su entusiasmo por el ajedrez.
Sus primeros progresos no fueron demasiado espectaculares. Muchos otros chicos parecían estar más dotados para el ajedrez que el joven Petrosian. Sin embargo, en 1944 fue seleccionado para representar a Georgia el Cto. Juvenil de la URSS, y no desaprovechó su oportunidad: sorprendió a todos y se alzó con su primer gran triunfo. Por esta época, Tigran se dedicó también exhaustivamente a estudiar la obra de Capablanca y Nimzowitch, que tuvieron gran influencia en él. Fue durante estos años cuando Petrosian forjó su estilo personal, del que tanto se ha hablado.
En 1946 se trasladó a Armenia, donde se produjo un hecho muy positivo para su carrera: conoció a Genrij Kasparian, quien se convirtió en su entrenador. Ese mismo año se convirtió en Campeón de Armenia, y empezó a competir en los campeonatos de la URSS. En 1947 volvió a cambiar su ciudad de residencia, instalándose en Moscú, donde se quedaría ya de forma definitiva.
Sus primeras actuaciones en el Campeonato Absoluto de la URSS fueron muy decepcionantes. En 1946 finalizó penúltimo; dos años más tarde, volvió a repetirse el desastre. Sólo en 1951 su actuación puede calificarse de exitosa: tras ganar el Campeonato de Moscú, compartió los puestos 2º/3º en la final, lo que le permitió clasificarse para el torneo Interzonal. Todo parecía indicar que Petrosian estaba definitivamente lanzado hacia la elite del ajedrez, pero a lo largo de toda la década de los 50, apenas consiguió hacer progresos. Sus resultados eran buenos, pero no brillantes.
Este estancamiento no se rompió hasta 1959, cuando alcanzó el triunfo en el Campeonato de la URSS. Al año siguiente, y de forma bastante autoritaria, se impuso en el torneo de Candidatos de Curaçao, con medio punto de ventaja sobre Keres y Geller. Botvinnik sería su siguiente obstáculo, esta vez con el título mundial en juego.
Todos los pronósticos daban como claro favorito a Botvinnik para el mundial celebrado en 1963, a pesar de su veteranía. Salvo sus más incondicionales, muchos aficionados y grandes maestros consideraban a Petrosian como un jugador demasiado manso, como para inquietar a alguien tan curtido como Mijail. La primera partida, en la que Tigran fue una sombra de sí mismo, parecía darles la razón.
Sin embargo, a partir de esa derrota Petrosian se quitó de encima el miedo escénico y siguió jugando, esta vez acorde con su estilo: pacientemente, sin precipitaciones... Y al final el marcador cayó de su lado, por un claro 12½-9½. Su triunfo pareció incluso fácil, y muchos analistas lo achacaron a la edad y a la falta de motivación de Botvinnik, más que a los méritos de Petrosian. Sin embargo, sólo éste, que perdió casi siete kilos de peso durante el transcurso del match, sabe lo duro que fue superar al histórico campeón. Botvínnik, quien ya no tenía el derecho de jugar un match revancha, anunció que se retiraba definitivamente de la lucha por el título.
Tras su triunfo en el Mundial, Petrosian siguió participando con mucha frecuencia en competiciones. Sin embargo, sus resultados en los torneos eran peores de lo que lo eran antes de ostentar el título. Posiblemente la responsabilidad le pesaba, lo que es comprensible si se tiene en cuenta la tremenda repercusión que tuvo su triunfo entre sus compatriotas armenios.
Apartado Botvinnik de la lista de rivales, el oponente que se midió a Petrosian en su primera defensa del título fue Boris Spassky. El talentoso jugador de Leningrado acudió a este importante compromiso muy motivado pero con una preparación bastante deficiente. Petrosian le superó fácilmente en los duelos teóricos, y cuando Spassky trató de sorprender empleando líneas secundarias, el resultado tampoco le fue favorable. Petrosian retuvo su título, y muchos empezaron a pensar entonces que su reinado sería tan largo como el de Botvinnik.
Sin embargo, fue el mismo rival, Spassky, quien se enfrentaría a él de nuevo tres años más tarde, y quien le destronaría como campeón. Fue un duelo disputadísimo, ya que Spassky había corregido sus carencias y había trabado un mejor conocimiento acerca del juego de Petrosian. Permanecieron con el marcador igualado hasta la partida 17 del encuentro, pero entonces Petrosian cedió y fue claramente superado por el aspirante.
En 1971 Petrosian volvió a tener de nuevo la oportunidad de convertirse en candidato, tras superar en las semifinales a Korchnoi, pero en su camino se cruzó el ciclón Bobby Fischer, quien venía de arrasar por 6-0 a Larsen y a Taimanov. Si bien Tigran logró poner freno temporalmente a esa marcha triunfal del americano, en la segunda mitad del match también sucumbió ante él. Fue, prácticamente, su última oportunidad: en 1974, se enemigo Korchnoi se tomó cumplida revancha, y le eliminó en la semifinal.
De ahí en adelante, Petrosian continuó compitiendo en torneos de élite, e incluso podría decirse que sus resultados mejoraron tras haber perdido el título. San Antonio 1972, Las Palmas 1973, Amsterdam 1973, o el Campeonato de la URSS de 1975, fueron algunos de los éxitos más sonados de esta época. Su inesperada muerte, en 1984, le alcanzó cuando aún podía considerársele un fuerte jugador en activo.
Petrosian y la música
A pesar de tener graves problemas de oído (o quizá precisamente a causa de ello), que le obligaron a usar un audífono durante gran parte de su vida, Petrosian era un grandísimo aficionado a la música. Siempre escuchaba música durante una hora antes del comienzo de una partida, y hasta media hora antes del comienzo de ésta. Tchaikovsky, Wagner y Verdi eran sus predilectos, y también se confesaba admirador del cantante Benjamino Gigli.
"Me gusta la música. Siempre la he amado. Yo siempre escuchaba música hasta media hora antes de ir a jugar. Antes de la primera partida de mi match con Botvinnik, estaba escuchando la parte final de la quinta sinfonía de Tchaiskovsky, pero como perdí esa partida, decidí cambiar el repertorio, y me decidí por el Primer Concierto para Piano y Orquesta de Tchaikovsky", declaró durante una entrevista con uno de sus biógrafos, Dimitri Bjelica. "Durante mi segundo match contra Spassky escuchaba con frecuencia música moderna, jazz, música ligera... Quizá sí hubiera seguido escuchando la música de Tchaikovsky en ese momento, no hubiera perdido el match", concluye.
También se cuentan anécdotas muy graciosas acerca de su costumbre de desconectar su audífono durante las partidas. Por ejemplo, Glígoric narra que una vez, a mitad de partida, Petrosian le ofreció tablas. Aunque Glígoric no tenía ya ninguna posibilidad de ganar aquella posición, las rechazó, e inmediatamente se arrepintió de ello. "Quería aceptar las tablas, pero vi que Petrosian había retirado ya su audífono, y que ya no podía oirme. Seguí jugando, y al cabo de cinco jugadas, me encontré en una posición sin salida". Korchnoi, cuya enemistad con Petrosian era notoria, le acusaba de mantener el audífono desconectado con blancas, y encenderlo sólo cuando jugaba con negras. "Es un detalle: con negras buscaba las tablas, siempre estaba dispuesto a escuchar propuestas en ese sentido", llegó a decir Viktor en una entrevista.
Datos biográficos:
- Nace en Tblisi (Georgia), el 17 de septiembre de 1929.
- Consigue el título de Maestro Internacional en 1947.
- Consigue el título de Gran Maestro en 1953.
- Se proclama Campeón Mundial ante Botvinnik el 20 de mayo de 1963.
- Revalida su título ante Spassky el 9 de junio de 1966.
- Pierde su título ante Spassky el 17 de junio de 1969.
- Fallece el 13 de agosto de 1984 en Moscú.
Aficiones:
Petrosian era una persona sencilla pero de intereses muy variados. Aparte de su desmedido amor por la música, ya comentado, otra de sus mayores aficiones, sobre todo cuando viajaba para competir en los torneos, era la fotografía. En muchas instantáneas Tigran aparece con su propia cámara entre las manos. Tampoco faltaban en su equipaje los libros, siendo Lermontov su escritor preferido. En cuanto al deporte, le gustaba esquiar, especialmente en su juventud, y muchas veces mataba los ratos libres en los torneos jugando al billar. También llegó a decir una vez que su día preferido de la semana era "el domingo, porque en ese día siempre hay fútbol". Posteriormente, cuando comenzó a competir y viajar con menos frecuencia, también desarrolló una gran afición por la jardinería, en su casa en la calle Piatnitzky de Moscú.

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