domingo, 14 de octubre de 2012

" Juventud, Divino Tesoro "


Jovenes Asiaticos


El Estudio en Asia


La respuesta más común que escuché en China cuando hice esta pregunta es que no se trata de un fenómeno reciente, sino la continuación de una tradición histórica que viene de las enseñanzas del filósofo Confucio, quien ya difundía valores como la dedicación al trabajo y al estudio en el siglo V antes de Cristo.
Confucio decía: “Si tu objetivo es progresar un año siembra trigo. Si tu objetivo es progresar diez años, siembra árboles. Si tu objetivo es progresar cien años, educa a tus hijos”. La fiebre del estudio había quedado relegada durante la Revolución Cultural china, pero volvió con toda la fuerza a partir de las reformas económicas de los años ochenta, cuando —como me lo había hecho notar Zhou, el vice director de la New Oriental School en Beijing— las nuevas empresas privatizadas comenzaron a exigir un nivel académico superior a quienes buscaban empleo.

Sin embargo, en China existe otro motivo clave que explica 1. fiebre por el estudio, que  sería deseable imitar en el resto del mundo: la política del hijo único. Desde la década de los setenta, las parejas sólo pueden tener un niño, y quienes tienen más de uno deben pagar impuestos altísimos por su segundo hijo. Eso hace que cada niña  o niño  sea el centro de atención y las expectativas de progreso de sus dos padres, sus cuatro abuelos y sus ocho bisabuelos cuando los hay.

En China, como en pocos otros países, toda la atención de la familia extendida está centrada en un hijo: “Somos un país de pequeños emperadores y pequeñas emperatrices”, me dijo una de turismo en Beijing. Y eso se traduce en una presión social de padres y abuelos sobre los jóvenes para que estudien. “Toda la familia para que el niño pueda estudiar en las mejores universidades y puede conseguir un buen empleo”, me explicó Zhou. “Aquí tenemos un refrán que dice: hijo único, esperanza única, futuro único.” Eso explica por que tantas familias envían a sus niños a cursos particulares de inglés después de hora, o ahorran toda la vida para mandar a sus hijos a universidades en los Estados Unidos.

Y el otro factor propio de la cultura asiática es que los jóvenes deben estudiar más desde muy niños, por el simple hecho de que mientras la mayoría de los idiomas occidentales tienen alfabetos de 26 027 letras, varios idiomas orientales tienen unos 22 mil caracteres, aunque hacen falta unos 2.500 para tener un conocimiento básico del lenguaje  y unos 5 mil para leer un periódico. Los chicos asiáticos comienzan a aprender los caracteres de su idioma mucho antes de entrar en primer grado.


El jardín de infantes ya es un curso intensivo de escritura. “Cuando los niños entran en primer grado, ya deben estar familiarizados con unos 2 mil caracteres”, me dijo Chen Quan, un profesor en Beijing. El aprendizaje es tan difícil, que los padres y abuelos se pasan horas los fines de semana enseñando a dibujar los caracteres a sus hijos y nietos. De manera que cuando entran en la escuela primaria, los estudiantes ya tienen una disciplina de estudio muchísimo mayor que en muchos países. De allí en más, los asiáticos dan por sentado que deben estudiar unas diez horas por día. No hay televisión, ni fútbol, ni fiesta que valga.


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