Vejez y ajedrez
Antonio Rengifo Balarezo
Para arribar a una vejez saludable y derrotar a la adversidad hay que ejercitar los músculos y la mente. Tanto con la gimnasia de mantenimiento como también con la práctica del ajedrez se logra una ancianidad saludable. El ajedrez es la gimnasia mental, tal como lo dijo Lenin.
Palabras clave: ajedrez, vejez, ciclo vital, enfermedad, lid
Esa gimnasia mental estimula la irrigación cerebral tan venida a menos en la ancianidad y frena el deterioro intelectual. En suma, el ajedrez es una de las medicinas preventiva para el problema más grave de los ancianos: la enfermedad mental.
Contra El Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer es degenerativa y progresiva del cerebro. Se considera la primera causa de demencia senil. Una manera de estimular el cerebro para que funcione es ejercitarlo mediante la práctica del ajedrez. Sabemos, por un principio de la biología, que órgano que no se usa, se atrofia. El ajedrez contrarresta la pérdida de la memoria, de la atención y de la capacidad de raciocinio. En el tablero de ajedrez se presentan problemas que tienen que resolverse, y la desorientación es sancionada con la derrota. Al ajedrez, como a todo en la vida, hay que ponerle pasión. Digo pasión, no obsesión.
Contra la depresión
En la época actual las enfermedades de la personalidad como la depresión y la adicción a las drogas son de alta incidencia. Se están propagando en el mundo más que las enfermedades infecciosas. La época actual se caracteriza, entre otros rasgos, por la alta competitividad, el culto a la juventud y el desprecio hacia los ancianos. Muchas veces, la depresión conduce al suicidio y desencadena otras enfermedades que también conducen a la muerte.
Los ancianos, aficionados al ajedrez, difícilmente padecemos de depresión; ya que la pasión por el ajedrez llena buena parte de nuestra vida y nos permite pensar o elaborar ideas, tomar decisiones ante situaciones dilemáticas y ejercitar la capacidad de concentración. El ajedrecista anciano no se preocupa de las pequeñas cosas de la vida.
Contra la soledad
La soledad es relativa, es decir, podemos estar acompañados y sentirnos solos. Pero cualquiera que fuese nuestra sensación de soledad, la contrarrestamos al alternar en un torneo con niños y jóvenes que tanta falta nos hace. Asimismo, la pasión por el ajedrez nos ofrece la oportunidad de cultivar amistades de diversa condición social que muchas veces duran toda la vida. Y siempre, con nuestras amistades, jugamos con la expectativa y el entusiasmo de la primera vez. Ya la literatura ha dado cuenta de ello. En las primeras páginas de la novela de García Márquez El amor en los tiempos del cólera los entrañables lazos afectivos que se generan entre los aficionados al ajedrez, aunque fuesen personalidades disímiles, como el refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour, de una austeridad primitiva y el doctor Juvenal Urbino; quien no sólo era el medico más antiguo y esclarecido de la ciudad, sino el hombre más atildado.. Ese prodigio se logra porque ante un tablero de ajedrez, todos somos iguales y por la pasión indomable, como ya lo expresó Gabriel García Márquez.
La pasión por el ajedrez
El ajedrez apasiona, tiene un misterioso encanto que embriaga. En él encontramos riesgo, aventura, poderío y belleza; atributos que atraen irrefrenablemente. Por eso, quien se inicia en el ajedrez, difícilmente lo deja. En palabras del maestro danés Bent Larsen: El ajedrez es una hermosa amante a la que volvemos una y otra vez, sin que nos importe las muchas veces que nos rechaza.
La pasión no es efímera, es duradera. Se posesiona de uno de por vida. Los aficionados estamos poseídos por el espíritu del ajedrez. Tal es así, que lo practicamos hasta avanzada edad. Un caso proverbial de longevidad en la práctica del ajedrez es el de Eduardo Berstein quien continuaba participando en torneos internacionales a la edad de 80 años.
Sin embargo, advertimos que el desarrollo humano es integral y armónico. Quien únicamente se dedica al ajedrez desde niño y solo sabe de ajedrez termina por hipertrofiar su cerebro de ajedrez con consecuencias funestas, al final de su vida, para su estabilidad emocional; tal es el caso de Bobby Fisher, para quien, según sus palabras, el ajedrez es la vida misma. En cambio, Anatoli Karpov manifestó: el ajedrez es mi vida, pero mi vida no es solo el ajedrez.
Final del ciclo vital y final de una lid ajedrecística.
Tumba de Alekhine
Hagamos un paralelo entre el ciclo vital y las etapas de una lid ajedrecística. La etapa final de nuestra vida es la vejez; aunque gran parte de la población muere antes de entrar en la senectud. Igualmente en el ajedrez, la mayoría de partidas se definen en el medio juego y, aún antes como las llamadas partidas miniatura. Por lo tanto, no son muchas las partidas que llegan a la etapa de finales. Entonces: ¿Para qué preocuparse de la vejez cuando se tiene la certeza de morir en la juventud?
Este planteamiento del maestro argentino Roberto Grau tiene la finalidad didáctica de demostrar porque son débiles todos los jugadores en finales. Igualmente, los viejos somos vulnerables. Pero no todos llegamos en las mismas condiciones a la vejez; puesto que se llega a la vejez por un proceso, por un plan de vida. La vejez se va prefigurando desde joven, día a día. Es decir: La vejez no se improvisa.
Igualmente en una lid ajedrecística. Desde la apertura se desarrolla una idea para elaborar un plan. En los finales de una partida se revela la estrategia empleada y las jugadas profilácticas que han conducido a llegar en buenas condiciones a los finales de una lucha, de una vida.
Los errores en la última etapa de la vida y del ajedrez
Paradójicamente, la vida sin errores sería monótona, aburrida y torturante; pero, felizmente, eso no es así., lo que le confiere a la vida, y al ajedrez, la fascinación de una aventura. Únicamente en la etapa de la apertura y del medio juego –lo mismo que en la juventud- se tiene la opción de cometer errores e, igualmente, la opción de rectificar el rumbo.
Sin embargo, en la etapa final de una lid ajedrecística, como en la vejez, los errores por pequeños que pudieran cometerse son más graves y hasta irreparables; ya no hay tiempo para equivocarse. Por eso, hay que ser muy prudente y conocer la teoría de los finales.
Conocimiento de la teoría sobre la vejez y los finales en ajedrez
Porque si se llegamos a los finales con cierta ventaja y desconocemos la teoría de finales, aún el adversario puede derrotarnos. Para que eso no suceda tenemos que resolver problemas de finales que han planteado diversos autores y estudiar tratados de finales. Que no son otra cosa que la compilación y sistematización de la experiencia de los geniales ajedrecistas de todos los tiempos.
La simplificación en la vida y en el ajedrez
En la etapa final de una lid ajedrecística el tablero se ha simplificado, hay menos piezas; ahora los humildes peones valen más que el caballo o el alfil y adquieren un valor extraordinario por su posibilidad de coronar. El rey se transforma en una pieza activa, su rápida centralización es la base del éxito en gran número de finales de peones. Aquí hay que saber la regla de la oposición, la creación de un peón pasado, triangulación, la regla del cuadrado, etc. Hay finales no solo con peones, sino con diversas piezas. Un ejemplo. El maestro argentino Roberto Grau advierte que en los finales de torres, tiene ventaja la torre que ataca al peón libre rival, desde atrás. Esto obliga a defenderlo con la otra torre. Este es una simple y cierta apreciación. Pero hay muchas otras...
Así como el tablero se simplifica en la etapa final de una lid ajedrecística, también en la última etapa del ciclo vital a nosotros los ancianos se nos simplifica la vida. Nuestros hijos han abandonado el nido para fundar nuevos hogares y tal vez la viudez haya ocurrido –aunque son más viudas que viudos-, también algunos familiares y amigos han fallecido. Ahora se patentiza el resultado de un balance de nuestra vida. Y la utilidad del sentido común o haber conocido algo de Gerontología para conservar una vejez saludable y, de esta manera, derrotar a la adversidad, es decir, evitar un jaque mate por descuido y falta de previsión.
El tono vital
Si los ancianos ajedrecistas, o no ajedrecistas, mantienen aún el tono vital es porque han encontrado con esfuerzo una pasión que les da sentido a su vida. Nunca se aburren ni sienten que su vida está vacía. A pesar de los pesares, la vida se aligera. .Ambos tipos de ancianos practican la fascinación por la vida. Pues, vivir es un arte como lo es el ajedrez en donde la rigidez mental es un estorbo y todo es relativo. Tanto en la vida como en el ajedrez hay que tener la valentía de aceptar un desafío y de enrolarse en una aventura.El ajedrez es el patíbulo y el jardín del Edén, según la concepción de mi admirado Misha Thal.
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